viernes, 12 de marzo de 2010

Boletín Nº 7 - Sobre los relatos mediáticos actuales y el compromiso del comunicador


Cada vez que acudimos a la ‘historia de los medios de comunicación masivos’, los relatos construidos sobre ella, nos devuelven narraciones donde pareciera constitutivo del funcionamiento mediático la articulación con la clase política hegemónica. Desde las reflexiones producidas en el seno de la Escuela de Frankfurt en los años ’30 del siglo pasado, nos anoticiamos que los medios de comunicación social no escapan a la “industria cultural”, y que los objetivos de sus acciones son la producción de “bienes mercancías”. No podemos dejar de reconocer la inmensa cantidad de medios de comunicación, que están organizados con otras ‘lógicas’ y otros ‘propósitos’.

Una reflexión, en principio, nos conduce a las condiciones, es decir con qué referencias nos paramos frente – o en medio- de tanta información mediática y de qué manera nos posicionamos ‘ante’ el ensamble constante de secuencias simbólicas, que producen efectos -y siguiendo el concepto de Althusser, interpelan- en una fugacidad que, en las épocas actuales no deja espacio ni da lugar a la reflexión y el debate, sino por el contrario, va despejando toda permanencia de significaciones políticas que aparezcan como amenaza a los relatos hegemónicos. Para sostener estos procesos, se involucran a la trama mediática nuevos actores y así producen otros relatos, todo el tiempo.



Teniendo en cuenta la provincia de Entre Ríos como escenario, y a Gualeguaychú como iconografía de un relato mediático que hizo operaciones de articulación entre diversos enunciados de diferentes esferas de la vida social, logrando así, la permanencia en la agenda mediática nacional y grandes convocatorias a las manifestaciones de resistencia contra la instalación de la fábrica de pulpa de celulosa Botnia, en la actualidad los medios ponen la atención en la aparición de un nuevo movimiento a favor de la apertura de los puentes, y sobre todo el que une a Fray Bentos, ‘Rutas Libres’, donde el discurso que se va construyendo se parece más a una novela de trama infantil que a una ‘posición antagónica’ que reavive el debate político, sobre todo - y aquí lo ideológico - el reclamo de la Asamblea de Gualeguaychú que se fue opacando debido a la construcción de otro proceso social, sobre el mismo escenario. En este caso, para otro enfrentamiento social y mediático vivido durante los primeros meses del año, que puso sobre la superficie del debate político el “sistema productivo nacional” – que evidentemente muy pocos conocíamos -. La fuerza que generó la Asamblea en defensa del Río Uruguay en Gualeguaychú, hoy aparece en los medios masivos de comunicación como ecos de un desgaste que logran acallar elevando la voz de actores que le dan continuidad a la trama mediática, de esta manera se tranquiliza y se coopta toda denuncia sobre el desastre ambiental que provoca el funcionamiento de esta planta.

¿En qué medios de comunicación social aparecen relatadas las discusiones de los y las asambleístas de Gualeguaychú en torno al plan de lucha que seguirán llevando adelante? ¿Existe un plan de lucha? Vivimos en una provincia, donde nadie se hace cargo de aquello que nos ocurre: uno de los puntos del país donde se registra el mayor número de suicidios o intentos, en una población muy joven.

Otras de las grandes problemáticas que no se escuchan ni se leen en ningún lugar mediático, se relaciona con la expulsión histórica que se viene produciendo en Entre Ríos, no sólo por causas ligadas al modo de administración de los recursos económicos, sino además, por la ausencia de espacios que habiliten prácticas sociales de mayor acceso y libertad, que permitan inscribirse y la vez renovar las instituciones sociales. Generalmente, al finalizar la escuela media, aquellos estudiantes en condiciones de emigrar a centros urbanos universitarios o con mejores posibilidades laborales, la mayoría lo hace y además, no regresa. Por otra parte, el gran número de jóvenes que ni siquiera termina la escuela media, no cuenta con otra opción que formar parte del gran “ejército de rehenes” de un sistema que los necesita, a cambio de planes sociales y asistencia para tranquilizar la “conciencia de la pobreza”, y así seguir legitimándose en un poder que no tiene otras intenciones que renovarse a sí mismo y para unos pocos.

Nuestro compromiso como ‘trabajadores de la comunicación’- que involucra diversos campos relacionado no sólo a los medios de información sino a las infinitas prácticas con la palabra y su fuerza creadora – podría residir, entre otras, en hacernos cargo de construir nuevos relatos sobre aquello que, justamente por no decir(se) oculta su potencial político y por tanto puede transformar, lograr un cambio en la escritura del relato histórico que estamos viviendo y del que somos responsables.

Escribir esta época es involucrarse en el sinnúmero de espacios que convocan a ella, en ese acto de dar leer, nadie sabe – nadie puede saberlo – sobre los efectos que las interpretaciones pueden provocar, ahí el desafío de la palabra y la comunicación: invitar a la detención sobre lo que se deja decir, diciéndolo.

Por Enrique Raffin - Colaborador del Observatorio Comunicacional

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